jueves, 15 de octubre de 2009
Gøtzsche and Olsen: Cøntrøversia que algø queda.
Leo en EL PAIS un artículo con un interesante debate y demoledor (y algo cacofónico) titular: “Mamografías mitificadas” y subtitulado “La mayoría de las mujeres y muchos médicos sobrevaloran el beneficio del cribado del cáncer de mama - La propaganda pesa más que los números”.
El debate que subyace al titularazo es de mucho interés. Para los no iniciados, el asunto se remonta a los artículos originales de Gøtzsche and Olsen de alrededor del 2000 ó 2002 (si no recuerdo mal, inicialmente hubo un artículo en Lancet y, después, la revisión Cochrane), que desmontaba el mito de que la mamografía salva vidas. Ambos descreídos autores fueron posteriormente larga y profundamente criticados por diversos líderes de opinión en esto de la mama (en resumen una batalla de evidencias grado I contra grado V). Lo que no acabo de pillar es qué hace ahora, de nuevo, esta pareja acaparando titulares a cuenta de un artículo que habla de las “creencias de las mujeres respecto a los beneficios del cribado mamográfico”. Y con un periodista que, como tantas veces, contrasta de forma bastante regular sus fuentes. Incluso parece un debate nuevo cuando llevamos casi 9 años con él.
Vayamos por partes (cirugía conservadora, ya sabéis): el artículo y la revisión original de nuestra escéptica y estadística pareja consideró, en su momento, sólo 2 de los 7 estudios aleatorios que sostienen el cribado mamográfico como beneficioso para la supervivencia de las pacientes (además de otros beneficios “marginales” como una mayor tasa de cirugía conservadora, menor uso de quimioterapia, recaídas más tardías, mayor porcentaje de carcinoma in situ…). Los otros 5, los que sí mostraban diferencias de supervivencia en la población sometida a cribado respecto a la no sometida a cribado, fueron descartados por sesgos diversos. Sin embargo, la “comunidad científica” (podéis pinchar en los enlaces a los líderes de opinión, de nuevo) no aceptaron la herejía, el desacato. ¡Excomunión!
Se me escapa, lo reconozco, la parte técnica. Gøtzsche es, desde su más tierna infancia, un reputado cazavampiros en forma de actividades médicas no basadas en datos contrastados. Lo podéis ver en el, lo siento querido Gonzalo-periodista-de-EL-PAIS, mucho mejor reportaje sobre su figura que el New York Times publicó en su día y que a algunos —algunos de los expertos mundiales, como Kopans, casi padre de esto de la mamografía moderna— les resultó tan insufrible que tuvieron ocasión de comentarlo en ¡sus libros de texto de la especialidad! Mirad, por curiosidad el “repaso al NY Times” aquí, en el Breast Imaging (por otra parte un magnífico texto de referencia).
Se me escapa, decía: no sé quién tiene razón. Soy incapaz de evaluar el diseño de un ensayo clínico con el rigor suficiente. Soy también incapaz de saber si un esceptizólogo o escepticémico reincidente (perdón) cuya tesis (la doctoral, me refiero) fue ya en su día avalada por el propio director de la Cochrane (que ahora le da trabajo) debería declarar conflictos de interés o sesgos de conciencia antitecnológica. Y que se pueda aplicar el mismo rigor al estudio de un medicamento con un grupo placebo y doble ciego que a la complejidad de una población de mujeres sometidas a un cribado mamográfico, con lo que eso supone de múltiples problemas de diagnóstico, tratamiento, pronóstico…) o no (el grupo control son mujeres a las que no se hacen mamografías ¿nunca? ¿me lo promete?... no, simplemente son mujeres no sometidas a un “cribado sistemático”, pero, desde luego, se hacen mamografías, aunque sea ocasionalmente). Me declaro pues incompetente. Pero sí exigiría a los editores de las revistas médicas y autoridades científicas en general que, por favor y de una vez por todas, si un trabajo no tiene los requisitos estadísticos adecuados, que NO SE PUBLIQUE; si un ensayo no tiene el diseño adecuado, que NO SE FINANCIE. Ellos sí pueden contratar a expertos estadísticos que hagan lo que yo no se hacer (ni sabré nunca). Porque ahora ¿qué hacemos? ¿les retiramos el “factor de impacto” de su CV a los que publicaron los 5 ensayos luego desechados por G&O? ¿que devuelvan el dinero del ensayo? O peor ¿empezamos de nuevo con los ensayos de cribado mamográfico, que ya se dijo que no eran necesarios ante la evidencia disponible?
No sé a qué viene, de nuevo, este ruido (que es música pero sin matices: por eso los matices importan tanto) mediático, escéptico y deshauciante. Si lo reducimos al absurdo, ya que la autoexploración mamaria no sirve y la mamografía de cribado tampoco, diagnosticar un cáncer de mama precoz con una probabilidad de supervivencia a los 5 años de > 90% se va a poner imposible. Y el caso es que yo lo veo todos los días.
miércoles, 7 de octubre de 2009
Se descubre una forma de disminuir la incidencia de Cáncer de Mama
A través del impagable (nunca mejor dicho) portal de la plataforma “No Gracias” me entero de un trabajo que de otra forma me hubiera pasado desapercibido (creo que me hubiera pasado desapercibido: algún día tendremos que hablar del “sesgo de lectura”).
El trabajo, (en este link) que coincide con otros publicados de similares características y conclusiones, viene a decir que, en paralelo a un menor uso del Tratamiento Hormonal Sustitutivo (THS) postmenopausico en mujeres estadounidenses, se ha observado un decrecimiento de la incidencia de cáncer de mama en la población (sometida a cribado mamográfico) estudiada.
La conclusión, a la que me sumo, es obvia: ¿podremos parar esta pandemia (no pretendo ser alarmante) farmacológica inducida de cáncer de mama? ¿o las invitaciones a congresos podrán más?
Desde luego, no parece que la información de la SEGO a usuarias (aquí) esté en esta (la primera) dirección: no se comentan los efectos secundarios de la THS, sólo sus ventajas. Ya hace unos años, hubo sus más y sus menos con la SEMFYC y algunas usuarias (ver aquí).
La observación clínica, Holmes, ¡la observación clínica!: más, mejor y más barato que los EAC-E (Ensayos Clínicos Aleatorizados y Esponsorizados) tras la introducción de cualquier tecnología médica.
¡Ah! … y la honradez, se me olvidaba.
Saludos,