miércoles, 24 de marzo de 2010

Breast feeding / best feelings:




Una amiga, más que generosa, me permite publicar aquí esta reflexión sobre cuatro años de breast feelings. Espero que el texto os guste (y os haga reflexionar) tanto como a mí.

Candela nació el 25 de Marzo de 2006, hace exactamente 4 preciosos y fugaces años. Su padre y yo decidimos recibirla en un ambiente respetuoso, sin prisas, entre personas amorosas y comprensivas con sus y nuestras necesidades de ese momento, tan crucial e importante en nuestras vidas. Así fue como Candela, a pesar de ser de Murcia, fue a nacer a Beniarbeig, a la comarca de la Marina Alta, en la Maternidad Acuario.

Su inicio de la lactancia fue inmediato, pues nuestro primer encuentro extrauterino fue a través de un cálido y detenido piel con piel. Consiguió engancharse a mi pecho en 15-30 minutos, la verdad es que ahora no lo recuerdo bien. De ese momento, sólo ha permanecido el recuerdo de esa agradable sensación de continuidad en nuestra unión a través de su succión de mis pechos y del fluir de mis calostros hacia su boca. Desde entonces, siempre hemos compartido un amamantamiento pausado, amado, comprendido, acompañado, apoyado, respetado, etc.

Cuando llegamos a los dos años de lactancia, comencé a plantearme el destete como algo que ella decidiría un día, cuando estuviera preparada para dar ese paso hacia otra dimensión en su relación conmigo y con su padre. Pero la vida, que normalmente no se ciñe a nuestros ideales, me dio una lección.

El pasado septiembre, estando embarazada de 10 semanas y en medio de un sinfín de nauseas, vómitos, cansancio, trabajo, y una precoz caída en mi producción de leche, nuestro amamantamiento comenzó a ser algo muy doloroso para mí. Cada demanda de teta de Candela suponía para mí un esfuerzo sobrehumano, muchas lágrimas, y un gran malestar para las dos.

Una tarde-noche decidí plantearle el destete, pues no me gustaba la idea de que después de tres años y medio de un precioso amamantamiento nos quedara ese amargo recuerdo. Y su respuesta fue la siguiente: “Pero mami, es que a mí me gusta mucho la teta, aunque no tenga leche… y además, yo quiero tomar teta con el bebé”. Ante lo cual sólo pude responderle: “Candela, sabes que ahora mamá no se encuentra bien y por eso te pide que dejes la teta, pero si tu quieres tomar teta cuando nazca el bebé y otra vez haya mucha leche, mamá estará encantada”.

Esa tarde-noche le di la que yo suponía iba a ser su última toma. Al igual que en la primera, estábamos solas las dos, compartiendo un momento muy íntimo y lleno de amor. Al día siguiente le hicimos con toda la familia: “La Fiesta de Despedida de la Teta”, que resultó entrañable. Después de aquello pasamos unas semanas regular, pero finalmente nos adaptamos bastante bien a una nueva forma de relación.

Un día, creo que fue a finales de Noviembre, Candela me pidió teta, y como me encontraba bastante bien y los pechos ya no me molestaban tanto, accedí a su demanda. Como yo había imaginado, no se enganchó, hizo como si chupara del pezón dos o tres veces de cada pecho, y eso fue todo. Esta escena se repitió durante un par de semanas más, un día sí, otro no, y yo pensé… “ya se le ha olvidado succionar”. Pero un día, en uno de esos juegos, Candela se volvió a enganchar perfectamente y a succionar como si nunca hubiera dejado de hacerlo.

En la semana 34-35 de mi embarazo, mi producción de leche volvió a aumentar, y Candela empezó a pedir más a menudo. Cuando se refiere a la teta, dice frases como: “la teta es lo que más me gusta del mundo”, o, “mami, yo quiero tomar teta toda la vida”.

Algunas tomas son duras para mí, pues el pecho me sigue doliendo, pero en esos momentos pienso en que le prometí a mi hija que cuando volviera a tener leche y su hermana Martina naciera, no tendría ningún problema en que ella volviera a engancharse a lo que a ella más le gusta del mundo, la TETA DE SU MADRE; también recuerdo, aquel ideal de destete que yo tenía desde sus dos años de amamantamiento, y así puedo fundirme con ella en una toma agradable y deseada.

Estas fotos son un homenaje a todos esos momentos de extrema unión que Candela, mi hija, y yo hemos vivido juntas, y que a partir de muy poco compartiremos con su hermana Martina. También son un regalo para mi pareja, Sony, sin el que este amamantamiento de cuatro preciosos y fugaces años, nunca habría sido posible.

Gracias a los dos por vuestra entrega, amor y comprensión. Gracias a Martina por todas esas sensaciones que me está regalando. Y mil gracias también a Joaquín Zamora, el fotógrafo que ha inmortalizado todos estos sentimientos a través de su arte.

Malena


lunes, 1 de marzo de 2010

False friends.



A veces dos cosas van de la mano, como si fueran una justa consecuencia una de otra, una asociación necesaria. Pero, en ocasiones, se confunden tanto que uno no puede distinguirlas. ¿Cómo han llegado hasta aquí? Falsos amigos.


Como la imagen de un atardecer y una molécula.


Se ha publicado un estudio poblacional (y muchos comentarios ad hoc) donde se demuestra una asociación directa entre la mortalidad por cáncer de mama y el tiempo de asociación de uso de tamoxifeno con el simultáneo de paroxetina.

Ya hace un tiempo se viene anunciando en distintos foros la necesidad de utilizar antidepresivos que no inhiban la isoenzima 2D6 del citocromo P450 (CYP2D6 en su acrónimo inglés) en pacientes bajo tratamiento con tamoxifeno. Incluso se ha publicado la necesidad de identificar las pacientes con deficiencias genéticas en CYP2D6 (teóricas pobres metabolizadoras del tamoxifeno a sus metabolitos activos) para seleccionar otros tratamientos hormonales en ellas. Aquí los detalles.


SSRI y Mortalidad por ca mama



El caso es que cáncer y depresión son una pareja relativamente frecuente: se estima que la tasa de depresión en pacientes con cáncer de mama puede rondar un 25-30%. Si además tenemos en cuenta lo dados que somos a utilizar estos populares fármacos (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina / iSRS), la posibilidad de conseguir una interacción adversa, a largo plazo y casi invisible, no es baja. De hecho, también se recomiendan estos fármacos para tratar los síntomas vasomotores (los “sofocos”) frecuentes con este tratamiento y en muchas de estas mujeres (postmenopáusicas).


Siempre me ha llamado la atención que las mujeres suelen enfrentar el diagnóstico y el tratamiento inicial (cirugía, radio y quimioterapia) del cáncer de mama con una entereza, como poco, admirable. (Sí, al menos en la consulta formal, claro… que a veces a uno le cuesta abrir suficientemente determinadas puertas). Pero el caso es que pocas, muy pocas mujeres, entran en un diagnóstico de depresión y precisan tratamiento en esa fase. Algún ansiolítico en algún momento puntual… y poco más. En cambio, cuando el tratamiento oncológico más intenso ha terminado y la paciente entra en los primeros cinco años del seguimiento, no es ya tan infrecuente que en las sucesivas revisiones se aprecien síntomas de depresión o un tratamiento formal, generalmente farmacológico, de ese diagnóstico.

Así que, a la luz de estas nuevas evidencias (aunque en la ficha de Vademécum ya aparece ahí en un rinconcito “Reduce eficacia de: tamoxifeno”) se recomienda evitar paroxetina y fluoxetina (aunque sobre esta última no hay evidencias directas, se le suponen por utilizar la misma vía metabólica) y, en su caso, considerar fármacos con un bajo potencial para inhibir la CYP2D6 tales como citalopram o venlafaxina.

Ya sabéis: avoid false friends. O eso que tienen en común el citocromo P450 y los atardeceres.